lunes, 2 de noviembre de 2009

Un ángel en la línea 64


Una mujer busca a una desconocida que le salvó la vida al
detectarle un tumor mientras viajaba en el autobús
CRISTIAN REINO | MADRID

«Debo tener un ángel de la guarda, porque su advertencia me salvó la vida», dice Montse Ventura y habla así después de que su vida fuera salvada por una extraña que se fijó en su gesto, quizá enfermizo, cuando coincidió con ella dentro de un autobús. Montse, que era maestra de Barcelona, tiene 55 años, es viuda y madre de dos hijas, se cruzó un buen día con una mujer que se preocupa por los demás. Una mujer, además, extraordinariamente experta en tumores de hipófisis (esos que provocan enfermedades raras y afectan al crecimiento de los tejidos) que al observarla se acercó a ella para decirle sin conocerla de nada que se hiciera un análisis. Ambas viajaban en el urbano de la línea 64 de Barcelona.
«Recuerdo que no me quitaba ojo. Hasta que se me acercó y me pidió hablar aparte. Primero me rogó perdón por lo que me iba a decir y me contó que me había estado observando y que tendría que hacerme una analítica. Sacó un papel y anotó dos cosas: hormona de crecimiento y somatomedina-C. Aún estás a tiempo, me dijo». Así cuenta la mujer del autobús, como ya la conocen en varios hospitales de Barcelona.
Por supuesto Montse le preguntó a su médica voluntaria qué le había visto y le contó que había tenido dos casos en su consulta con los mismos signos que ella. «Me señaló el labio inferior más grande, la nariz, las manos, me preguntó si había cambiado de tamaño el calzado y mis dientes separados». «Estaba tan sorprendida que no le pregunté su nombre. Se bajó en la siguiente parada», señaló.
Tumor de siete milímetros
Un mes después Montse acudió a realizarse la revisión anual del ginecólogo y pidió que le incluyeran los conceptos que le aconsejó la mujer del autobús. Todo salió bien, salvo la hormona de crecimiento, que triplicaba la actividad normal. Una resonancia localizó un pequeño tumor de 7 milímetros en una glándula de apenas un centímetro de altura que no hubiera advertido hasta dentro de años y ya demasiado crecido. «Entonces era muy pequeño, pero tuve que operarme de urgencia porque si esperaba, podía provocarme una hemorragia dentro del cerebro o ceguera». La intervención fue todo un éxito. Ahora busca a esa mujer a través de las cartas al director de los diarios. «El endocrino que me hace el seguimiento, al explicarle el caso, me comentó que la señora que me diagnosticó tenía que ser una súper especialista en hipófisis y que me salvó la vida», afirma en una de estas misivas. Ventura apenas recuerda que la mujer en cuestión debía tener «la misma edad que yo, pelo rizado y castaño», era de complexión delgada, «muy educada y sensata».
«Espero que lea esta carta y sepa de mi agradecimiento. Me gustaría dárselo personalmente».



http://www.elcomerciodigital.com/20091028/ultima/angel-linea-20091028.html

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