domingo, 3 de octubre de 2010

Aproximación a la poesía infantil : tres poetas, tres modos Juan Cervera

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/57993852045360774510380/p0000001.htm

Juan Cervera Borrás




La poesía infantil encuentra su mayor atractivo para el niño en su carácter lúdico. Aquí se analiza la poesía infantil a través del prisma del juego. El juego es personal cuando el contacto entre el niño y la poesía lo establece un adulto. El juego es individual, con contacto directo del niño con la poesía, mediante la lectura o la recitación. El juego es colectivo, a través de la danza, la recitación coral o la dramatización. A menudo cuenta con el auxilio de la música, sobre todo si se trata de canciones. Cada uno de los libros escogidos corresponde básicamente a un tipo de juego.

The poetry for children meets the job like a prime quality. Here we analyse the poetry for children to cross the job. The personal job, when the contact between the child and the poetry arrives with the adult's help, the own job when this contact comes across lecture or recital, collective job thanks to dance or drama.

Poetry for children often has the accomplicity of the music and songs. Every one of the selected books belongs to a kind of job.

Los profesores de Literatura Infantil de las secciones de Educación Infantil de las Escuelas Universitarias de Formación del Profesorado o de las Facultades de Educación se encuentran, sin duda, con un invitación implícita a hacer uso de la poesía infantil en la formación de los futuros realizadores de la Educación Infantil o Educación Preescolar, de los parvulistas en general.

La respuesta más fácil a esta invitación se inclinará, en la mayoría de los casos, por la poesía de tradición oral, por el folclore. Sin dejar de reconocer, en toda su dimensión, la validez y oportunidad de los materiales folclóricos, nosotros hemos llamado la atención sobre la necesidad no sólo de crear otra poesía infantil, sino más poesía infantil en el momento actual, y de ahora, so pena de quedar supeditados al pasado, lo cual implica, quiérase o no, una limitación1.

Este deseo no entraña renuncia al pasado, ni al folclore, lo cual sería suicida, pero sí urge crear el presente de acuerdo con el presente y con la vista puesta en el futuro, en lo cual se cifra el progreso. Y la armonía entre pasado, presente y futuro compendia la acción educativa. Si en el pasado no hubieran creado, no habríamos heredado el folclore. Y nosotros tenemos que dejar nuestro legado a las generaciones venideras.

Para ello, la aportación de este estudio se centra en la obra de autores actuales, de tres poetas: Ayes Tortosa, Antonio A. Gómez Yebra y Juan Cervera. Se escogen éstos como representantes de tres modos distintos de enfocar la poesía para niños. Indudablemente se podían haber escogido otros, más conocidos, más populares, y, si se quiere hablar en términos competitivos, mejores. Pero creemos que ensayos como el presente no deben desdeñar la ocasión de aportar nuevos datos, sobre todo cuando se tropieza con tantas carencias y desconocimientos.

Las obras seleccionadas para su análisis son:

Versos, canciones y nanas para Nana, de Ayes Tortosa, Menuda poesía, de Antonio A. Gómez Yebra y Canciones para la escuela I Preescolar, de Juan Cervera.


Planteamiento casi programático

Calificamos el planteamiento del estudio como casi programático por dos razones. Con el casi se pretende medir el alcance de la proyección de este estudio, aunque sin excluir ningún otro concurso o planteamiento, no sólo porque todos tienen derecho a hacerse oír, sino porque, a mayor número de aportes, más enriquecimiento del panorama. Lo de programático, porque quiere incluirse a la poesía en el panorama más amplio de la formación literaria para niños, en la que la poesía no puede estar sola, sino acompañada de forma natural de la narrativa y del teatro.

Al actuar separadamente, sin coordinación, poesía, narrativa y teatro -aislada y pobremente- se orillan los puntos fuertes de coincidencia de que gozan estos géneros, que estriban en su condición de literatura. Condición que debe recuperarse plenamente, si se quiere llegar a la formación literaria.

Tal vez en esta disgregación, patente en la falta de programa, en que se incurre en la educación, resida uno de los fallos más evidentes del sistema educativo o de su aplicación. Se pretende formar lectores, sin tener en cuenta la calidad de los textos; se pretende hacer gustadores, y usuarios correctos del lenguaje, sin descubrir la impronta que confiere el contacto con la poesía; se pretende crear espectadores de teatro, sin caer en la cuenta de que más que ser ¿consumidores? interesa que sean jugadores, a partir de la dramatización y de la puesta en escena personal.

La formación literaria debe promoverse por degustación y por intuición en estos niveles para pasar a razonarla después, cuando estén entusiasmados2. Y la poesía infantil, a nuestro juicio, tiene convocatoria para todos estos objetivos, ocultos o manifiestos, por eso su implantación en los programas educativos, desde la Educación Infantil, reviste una cierta responsabilidad.

«Si los textos literarios con que entra en contacto el niño son actuales, y guardan relación con su entorno, contribuyen a la aproximación cultural»3. Por ello, sin excluir otros, deben estar presentes en los programas.




La convocatoria lúdica de los textos

En una somera clasificación de la poesía infantil se habla de la existencia de tres tipos de poesía: lírica, narrativa y lúdica. Admitidas las definiciones de cada una de ellas, se conviene en que la existencia de una poesía infantil lúdica, no empece que el espíritu lúdico de esta poesía esté presente también en toda clase de poesía infantil, y que además constituya el estímulo para el contacto de los niños con todo tipo de poesía4,como la mejor garantía para la aceptación por parte del niño. Esta aproximación lúdica es fundamental si se trata de Educación Infantil, es decir, para niños de 3 a 6 años5.

La reflexión sobre estos libros será válida para nuestro propósito en la medida en que acredite la dimensión lúdica de sus poemas. Esta es una de las razones fundamentales de su elección.

En principio, el atractivo lúdico de estos libros nos parece que reviste caracteres diferentes por la manera de prestarse al juego:

-Personal, y hasta personalizado, en el caso de Ayes Tortosa. Puesto que apunta al trato de la madre con el niño.

-Individual, en conexión con lo personal, y con extensión a lo colectivo, en el libro de Antonio A. Gómez Yebra, porque se brinda a la lectura, al juego y a la dramatización.

-Colectivo, mediante la canción, la dramatización y la danza, en el de Juan Cervera, ya que se trata de textos dramatizables, por composición, y cuentan con el apoyo de la música desde su creación. Ciertamente toda clase de poesía para niños puede entrañar estas formas de atractivo lúdico. Pero en estos poemas el juego dramático no es algo añadido, sino algo consustancial. Por otra parte, siempre hay textos que, por su propia naturaleza y presentación, se prestan más a un tratamiento, juego y uso que otros. Al educador le compete descubrirlo.




El doble objetivo personal

En el estudio de la poesía para niños, y más para niños de Educación Infantil, que no saben leer todavía, hay que tener en cuenta que estos libros han de buscar la aceptación de

-los profesores o adultos, que actuarán como mediadores entre los textos y los niños;

-los niños, que deben pronunciarse y comportarse como receptores y usuarios. El profesor y el adulto mediador, por regla general, exigen a la poesía para niños, como a todo tipo de poesía, cuidado formal y contenido ejemplar.

El niño pide atractivo lúdico y capacidad evocadora. El juego siempre se produce como manifestación externa. La evocación es función interna, difícilmente exteriorizable y evaluable, que implica, en principio, en el período más temprano del niño, más imaginación que recuerdo, como es lógico.

Juego y evocación se combinan en proporciones diversas y variables al compás del desarrollo físico y psicológico.

Por lo que respecta a los libros escogidos, en su relación con el cuidado formal, se puede anticipar que los profesores poetas -Gómez Yebra, Juan Cervera- como es lógico, muestran mayor exigencia formal. Y la exigencia formal se vuelve más rigurosa cuando los poemas tienen su último destino en la canción. El poeta no profesor -Ayes Tortosa- pone mayor empeño en la expresividad, basada en la espontaneidad; por eso cultiva más fácilmente el texto libre, el verso blanco y el versículo y la agrupación caprichosa, no necesariamente estrófica.

Aunque la mayor libertad en la versificación parezca propiciar mayores posibilidades para el juego, el sometimiento a las exigencias formales clásicas, paradójicamente, implica su llamada a la creatividad y, por supuesto, su convocatoria lúdica específica, sobre todo por el atractivo del ritmo. De cualquier forma, las comparaciones no pueden establecerse entre sistemas de versificación, sino entre poemas concretos, incluso, a veces, del mismo autor y, en gran medida, responden al empleo de determinadas fórmulas y a la estructura interna de cada poema.




Ayes Tortosa
Versos, canciones y nanas para Nana


Tagahi, Granada, 1994



Ayes Tortosa es médica, puericultora, y es madre. Ha escrito un libro de versos para Nana. Y se mueve en su casa, en la prensa y en la radio.

El libro es una muestra de los muchos libros primerizos que publica un autor a sus expensas o a las de sus mecenas. En este caso, con excelente papel, ilustración rica de Miguel Ángel Monleón y maquetación sugestiva y generosa. Tratándose de libros de poesía infantil que surgen independientes, a causa de la resistencia editorial, características similares son frecuentes. Y, pese a lo arriesgado del sistema, a menudo es la única solución, casi heroica, para empezar.

Pese a incluir las nanas en el título, éstas no aparecen en el contenido. ¿Canciones? Depende del concepto que se tenga de canción. Dejémoslo en versos agrupados en poemas. En los poemas, eso sí, hay vida maternofilialmente compartida, como por ejemplo en El espejo


Una grande y otra chica.
¡Qué dilema en el espejo!
Cuando las dos nos miramos,
yo no sé cuál es mi imagen,
si la chica o la grande.
Cuando las dos nos reímos
yo no sé de cuál es la risa,
si la tuya o si la mía
Qué dilema en el espejo.

Y cuando nos abrazamos,
sólo un corazón muy grande
se refleja en el espejo.6



Las cosquillas participa del mismo espíritu.


Cosquillas
arrugaditas de nuez.
Cascabelillo,
en el regazo.
Gorrioncillo,
en mis brazos.
Cosquillas, cosquillas...
Caracolillo en la falda,
Vuela, vuela,

mariquilla,


de la nariz,
al flequillo.
De la barbilla,
al ombligo.7



Ciertamente, más que nana parece juego de regazo. Y así como otros poemas hay que incluirlo entre las lecturas -o recitaciones- de regazo8. Con exigencia comunicativa de varias voces.

Pero una adivinanza, por cierto sin respuesta, que apunta al bebé, sí que recoge algunas de las molestias amables del niño, tradicionales en las nanas.

Adivina, adivinanza:
Por una cabeza calva,
por una risa pelona,
por un cabezón que no anda,
¡andamos de cabeza todos!9




Hasta cierto punto, el comentarista se alegra por la ausencia de nanas, puesto que, como ha razonado en otra parte «las nanas son las menos infantiles de las rimas. En realidad son la expresión amable de un juego en el que el adulto deja aflorar su ternura hacia el niño. Es evidente que el niño, destinatario más que receptor de la nana, no entiende las palabras y expresiones que se le dirigen»10. O bien son creaciones nostálgicas muy distantes del niño. Valórese, en este sentido, el siguiente ejemplo de Carmen Conde, de gran belleza, pero discutiblemente infantil:



Cantando al hijo


Por las finas galerías
de tus venas voy cantando.
¡Ay amor, cómo te canto!

Si duermes o si vigilas,
por tu corazón resbalo.
¡Ay amor, cómo te amo!

Si corres o si te paras,
soy tu respiro delgado.
¡Ay amor, cómo te amo!

Arriba, sobre tu frente.
Abajo, cabe tu paso.
¡Ay amor, siempre a tu lado!11



El abandono de las formas tradicionales -estrofas, versos, rima, ritmo- suele ser nota corriente de este tipo de poesía de autores noveles, entre los que se sitúa, sin duda, Ayes Tortosa. En cuanto a la poesía para niños, tal vez haya influido, en este aspecto, la ametricidad con que se ha pronunciado frecuentemente Gloria Fuertes. En cambio es grande la ilusión que ponen estos autores en la disposición tipográfica sui generis y hasta anárquica, con olvido quizá de que estos alardes caligramáticos quedaron prácticamente agotados con los creacionistas y ultraístas españoles. Lo cierto es que, desde el punto de vista infantil, esta exhibición gráfica queda más cerca del libro, en cuya contemplación el niño, que no lee todavía, podrá asociar la mancha tipográfica con ilustraciones, que del juego, más distante, ya que el atractivo lúdico, para el niño que no lee, repetimos, se vincula a lo fónico y a lo rítmico más que a lo visual. Y lo fónico y lo rítmico se lo tendrá que transmitir el mediador.

Ayes Tortosa parte de versos cortos, como los octosílabos, cuyo ritmo primitivo se recupera en la lectura mediante el encabalgamiento, tal como los reproducimos aquí:

Risas / por toda la casa,
risas de melocotón,
risas altas / de montaña.12



Pero el sistema, habitual, sin duda, encierra sus riesgos. Ausente también la rima, si el ritmo flaquea, más que al verso libre se aproxima a la prosa, e incluso puede caer en el prosaísmo, como en La función de teatro, que termina:


...Un aplauso, señores:

Desde detrás
de los montes
acaba de salir:

La luna.13




No hay que olvidar nunca que tanto la musicalidad del ritmo, como el sonsonete de la rima son indispensables para el niño, que, a través de ellos, detecta que la poesía tiene un lenguaje distinto.

Tanto el ritmo como la rima, y especialmente ésta, aparecen esporádicamente. La rima se presenta a veces casi como un accidente, como por sorpresa que deberá destacar el mediador para atraer la atención del niño oyente. Así sucede en el mismo poema:

Se abre una luz
poco a poco.
Y lentamente
en la noche
con los luceros
por focos,
aparece entre los chopos



Hasta aquí la lectura encabalgada de los versos, trisílabos, cuatrisílabos, pentasílabos, permite reconstruir una estrofa casi tradicional, sobre todo con la ayuda de la rima. Pero esta realidad se quiebra cuando continúa:

Pálida,
majestuosa

y oronda.14




Esto se rematará con el final -petición del aplauso- que hemos anticipado.

Esta fragmentación de versos y su posterior escalonamiento tipográfico, suponemos que constituyen una llamada al adulto mediador, para que en su función comunicativa espacie las palabras o sintagmas, portadores, cada uno, de un significado destacable, pero no autónomo. Se consigue así el efecto de una recitación contenida, que no cortada, bastante teatral. Recurriendo a términos dramáticos, esta disposición implicaría acotaciones invisibles.

Con todo, el efecto puede fallar, y se justifica malamente, cuando los fragmentos no proceden de una unidad rítmica que los agrupe.

La intención implícita para la puesta en escena aparece patente en el poema



Las dos amigas y el libro de «Las maravillas del mundo»


De la mano,
las dos niñas:
«Padre, déjanos el libro,
el de los colores,
las estatuas, las montañas,
las iglesias y los mares.
Bajo la bombilla,

palpitar de corazones.
Cuatro ojos de abanico
miran las ilustraciones.
Sobre el Gran Cañón de Colorado.
Como

una


cascada.

¡Melena rubia y castaña!15



Indudablemente las llamadas a la imaginación que lanza el poema para reconstruir la escena resultan un tanto crípticas, sobre todo para el niño que lo oye. Inteligibles serán para las dos personas implicadas en el que suponemos juego personal de comunicación entre la niña-niña y la madre-niña, que, a su vez, prestaría voz en todo el texto a la parte atribuible al narrador. Posiblemente esto suceda en los versos 1 y 2, que introducen la acción y en el 15 en el que la madre y la niña se distinguen por el color de las melenas.

El juego, interpersonal, se centra en el diálogo sembrado de miradas y sonrisas. Diálogo más de miradas, sonrisas y gestos, que de palabras. Los versos 1 y 2 introducen la acción. Los versos 3 a 6 formulan una petición al padre. ¿La formulan a coro? ¿Padre presente? Del 7 al 10 implica una reflexión. ¿Íntima? ¿De la madre? ¿De la hija? ¿De las dos en su interior? ¿Del padre presente, complaciente?

Los cinco últimos versos, del 11 al 15, tampoco sabemos a quién atribuírselos. ¿Al padre convertido en narrador? ¿A la madre sumergida en el cuadro familiar que ha provocado?

El juego de la ambigüedad está presente junto a la polifonía.

La búsqueda de interpretación es tanto más válida cuanto que el adulto prescinde de la ilustración, igual que el niño que no tenga el libro en las manos.

(La enumeración de los versos evidentemente es nuestra.)

En el poema A la moda en el campo el humor se junta a la evocación. Evocación que se realiza en su sentido científico de proceso y resultado de hacer presente algún material almacenado en la memoria. Aquí la evocación es provocada. No parece lógico que en la transmisión comunicativa la madre proceda descriptivamente sobre el terreno, ante una minúscula asamblea de animales. Ciertamente el conjunto constituye una evocación, fragmentaria como todas las evocaciones poéticas, del campo, que se contrapone a la algarabía de los grandes almacenes.



A la moda en el campo


Último Grito
de la moda en el campo.
Levitas pardas
para los tordos.

Vuelven los lunares.
Vaya suerte, mariquitas!

Escarabajos y cigarrones.


Etiqueta.


A los grajos,
luto negro, negro.

Nuevos colores esta temporada,
este Otoño: LOS AMARILLOS.
Grandes Rebajas

de


Primavera:

¡Gratis para todos,
los olores de las flores16



El humor se produce desde el momento en que a los animales se les atribuyen actitudes o expresiones humanas, según Bergson17. Y aquí esta atribución se ve reforzada a partir de la moda, actividad que tanto satisface el deseo caprichoso de cambio de la condición humana, que aquí invade la fijeza y regularidad de la naturaleza.

La polifonía textual confiere al conjunto carácter de escena dramática.

La presencia de madre e hija está latente a lo largo del libro y aparece emboscada y sorpresiva a la vuelta de cualquier verso. Sin esta clave, algunos textos pueden resultar crípticos.




El abrazo


Veo, veo
un molino
de brazos al viento.

-Bajo su tejado,


una risa ancha-.


Un molino rubio
de andares de pato.

¡Dos aspas abiertas
corren hacia mí!

Ay, molino, gira.

¡Abrazo sin fin !




18

¿La metáfora continuada transforma este texto en una alegoría, o parábola, tal vez? En cualquier caso, no parece enigma. Ni siquiera para la niña, porque en el fondo del juego personal late la broma y el momento compartido.

La remembranza literaria les sirve a los poetas de punto de partida, de inspiración y hasta de justificación. Es un buen apoyo. Ayes Tortosa, en este libro, reclama la connotación a través de los nombres de Andersen, de Gandhi, de Hergé, autor de Tintín, de Mark Twain, del folclore. Estas llamadas resuenan más explícitas en la puerta del adulto que en la del niño. No obstante, las alusiones a Andersen, en esta comunicación personal que establece la autora con Nana, seguramente se justifican más gozosamente. El baile de las flores es un trasunto poético de Las flores de la pequeña Ida. Y El patito feo asoma curiosamente en La sequía y la espera:

Patitos feos del barro
Si lloviera:
¡Cisnes de Alas Abiertas!19



Las incursiones en el mundo maravilloso del lenguaje no son muchas. Glubgrujear, de difícil pronunciación, es un verbo que busca la onomatopeya de la caída de la lluvia y del beso en la mejilla. La tataratortuga será así porque tiene tataranietos y, además, es torpilenta y tronquiparda.

Suponemos que todo ello hay que situarlo una vez más en el juego personal y en la lectura de regazo. Lo que justifica que se fije en las letras:

Grajos son
que se mueven en bandadas
entre las parras y el cielo.20



Siempre desde la perspectiva visual, es decir, del libro y de la lectura.



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Antonio A. Gómez Yebra
Menuda poesía


Banda de Mar. Málaga, 1994


Antonio A. Gómez Yebra es profesor universitario y escritor polifacético especialmente acreditado en el mundo de la Literatura Infantil.

Menuda poesía, su último libro de poesía infantil, recoge más de treinta poemas ingeniosos y bien construidos, sobre temas que se supone pueden inspirar el interés por parte del niño.

La inclusión de este único libro del autor en este estudio, cuando sería interesante estudiar toda su producción poética, obedece al propósito de dar tres muestras de obras que representan otras tantas maneras de entender la poesía para niños.

De acuerdo con lo afirmado anteriormente, como profesor universitario, su poesía acusa cuidado extraordinario en lo formal: versificación, estrofas, rima, consonante y asonante, ritmo... en lo que podría señalarse que roza el virtuosismo, convirtiéndose en un elemento más del juego.

Usa preferentemente metros cortos: octosílabos, hexasílabos, pentasílabos, y excepcionalmente cuatrisílabos. Como estrofas, presenta aleluyas, romancillos, seguidillas, con bordón y sin él, pero muy abundantes, cuartetas, coplillas...

La difícil facilidad de la seguidilla, muy especialmente, hace que la expresión poética, condensada, fluya sin tropiezos con la sintaxis.



La golondrina


La golondrina lleva
barro en el pico:
debajo del alero
forma su nido.

Poco a poco, sin prisa,
pero sin pausa,
albañil excelente,
monta su casa.

Hierbas, plumas y musgo
harán el lecho
donde días más tarde
pondrá seis huevos.

Y los pollos hambrientos,
dando chillidos,
abrirán impacientes
sus grandes picos.

Al llegar el verano,
con el calor,
nubes de golondrinas
dirán adiós.21



Las innovaciones en lo formal, escasas, van por el ámbito de lo estrófico, pero lejos de buscar la estridencia, adquieren regularidad dentro de cada poema. Tal es el caso de la copla con rima alterna consonante que reúne dos hexasílabos con dos eneasílabos en las estrofas de La feria.

Subir en la noria
es cosa muy seria:
prefiero viajar en el tren
y ver desde abajo la feria.22



No resulta demasiado novedosa alguna combinación de octosílabos con pentasílabos. Pero sí llama más la atención una sucesión de quintillas de hexasílabos con rima asonante permanente de romancillo impar, entreverada con otras rimas asonantes en cada quintilla, siempre sobre la estructura del romancillo impar.



La gaviota


La gaviota pasa
sobre la bahía;
sus alas, tan blancas,
planean sin prisa:
volando descansa.

El mar es alfombra
de espléndida pana
y, bajo las olas,
hay flores de nácar
y piedras preciosas.

Una caracola
oculta la cara
y esconde la cola
como si intentara
perderse en las sombras.

La gaviota pasa
sobre la bahía,
y es tal su elegancia
que incluso la imita
un barco de plata.23



Por lo que se refiere a la convocatoria lúdica de esta poesía, la reflexión ha de ser variada. Sus Aleluyas vocálicas, en realidad pareados decasílabos, presentan algo más que un repasillo24 a las cinco vocales o aeioú, como se puede comprobar mediante su lectura. Formalmente los versos decasílabos son el resultado de dos hemistiquios pentasílabos marcados por la cesura. El ritmo alterna, ya que, si en el primero de los versos de cada par la cesura separa los pentasílabos, en el segundo incita la encabalgamiento.

Por otra parte, en cada aleluya, todas las vocales tónicas coinciden con la que preside el par. Esto, sin duda, resulta algo artificioso y supera las conocidas muestras de la tradición oral, pero acredita ingenio para resolver el desafío en una lengua de vocalización tan variada como la española y se inserta plenamente en la convocatoria lúdica.



Aleluyas vocálicas


Canta la rana, sabe la A.
(¡Basta de dar lata a papá!).

El tren despierta, sisea en E.
(En la tetera me espera el té).

Hice el vampiro, emití la I.
(Ni mis amigos siguen aquí).

Con ronco golpe sonó la O.
(Sollozan todos y lloro yo).

Brujas me asustan, uso la U.
(Huyo sin brújula en rumbo sur).25



Pero hay otro tipo de juego. Una somera consideración narratológica nos lleva a una conclusión nada despreciable. En cada aleluya se ofrece condensado el apunte de una o dos acciones que pueden enlazarse para constituir un relato.

Si hay una rana, o alguien hace de rana, que canta insistentemente la A, es lógico que alguien reclame que cese la lata a papá.

El tren puede despertarse y emitir su sonido característico. También puede suceder que el tren, con su ruido, despierte a quienes duermen cerca de él. Y el despertado se dispone a tomar el té del desayuno.

Si alguien confiesa que se pasó haciendo el vampiro y emitiendo chillidos amenazantes, no es nada sorprendente que haya ahuyentado a todos sus amigos despavoridos. El golpe redondo, ¿casual?, estalló grandioso. Algo más sucedió ya que a él le siguieron sollozos y lloros. Y ¡Oh! es interjección de sorpresa.

Y en cuanto las brujas lo asustan a uno, por más que se defienda tomando la U como escudo, la verdad es que huir, hacia el lado que sea, es lo más justo. Uh, prolonga da, interjección infantil en juegos con palmadas en la boca.

Esta interpretación en prosa, sin duda innecesaria para muchos lectores, cumple dos funciones: concretar la fantasía en hechos subyacentes, e invitar a la dramatización del poema, para lo cual habrá que seguir concretando los personajes -sujetos- conflicto, espacio, tiempo, argumento y tema. Como todos los textos son muy condensados, la puesta en escena lo superará en extensión y reclamará atención especial. Caso de traducir la acción en viñetas, cada aleluya podría servir de expresión final de un texto de relevo, como sucede en las aucas.

El chucho de Chicho se convierte en un trabalenguas, merced a su fuerte aliteración que, con la rima consonante, parece más machacona.


Chicho tiene un largo
chucho que se ducha alguna noche,
y como no chilla mucho,
suele llevarlo en el coche.

Es un perrito salchicha,
chachi, con chispa y muy macho,
que salta lleno de dicha
y se acuesta en un capacho.

Déjame tu chucho, Chicho,
y te invitaré a bizcocho,
pues es un chollo ese bicho,
y va más chulo que un ocho.26



El poema Artista de circo ofrece variado muestrario de juegos fónicos. Destacarlos serviría incluso para su mejor uso lúdico.


Con la pelota en la boca
salta a la pista la foca.

Todo parece dispuesto:
va a jugar a baloncesto.

A la foca enfoca un foco:
¡Pelota arriba!


¡Por poco!


Miles de niños contentos
se agitan en sus asientos.

Tiro de tres...¡ Atención!
¡Lo ha metido!

¡¡Qué ovación!!


Esto marcha viento en popa:
la foca ganó la copa.27



La rima interior es llamativa - con la pelota en la boca; la foca ganó la copa -y se produce en el mismo verso. También en un solo verso se sitúa una aliteración reforzada con polípote -A la foca enfoca un foco- que ocupa todas las palabras con contenido semántico propio. Todo ello, como pruebas de cómo incluso con recursos retóricos tradicionales se puede provocar el juego.

Pero en este poema, de forma más explícita todavía que en Aleluyas vocálicas, se descubren los efectos del recurso a la implicación narrativa y a la polifonía textual. Del circo se pasa a la cancha deportiva, de la exhibición circense, -la foca con la pelota en la boca- al partido de baloncesto; y del animador de la pista circense, al locutor del partido que subraya vocalmente los incidentes, provoca la atención del público y evoca y reclama los gritos del graderío.

Otro ejemplo de cómo la comprensión del texto induce a su dramatización.

El recuerdo del folclore llamará la atención del niño en la proporción de su cono cimiento previo. De ahí que no siempre resulte fácil. Pero sí adquirirá resonancias psicoafectivas para el adulto que actúa como mediador. Esta parece ser la circunstancia, intencionadamente connotativa en la que las ovejas de la canción popular son sustituidas por Cepillos, cuyo humor resulta amable parodia.

La canción original es


Tengo, tengo, tengo.
Tú no tienes nada.
Tengo tres ovejas
en una cabaña.
Una me da leche,
otra me da lana
y otra me mantiene
toda la semana.



Su transformación da el siguiente romancillo:


Tengo, tengo, tengo
algo necesario,
tengo tres cepillos
dentro de mi armario.

Uno es de la ropa,
otro, del calzado:
y otro, de los dientes:
el más delicado.

Todos me dan brillo,
con todos me apaño:
nunca me confundo
cuando voy al baño.

Tengo, tengo, tengo
algo necesario,
tengo tres cepillos
que uso a diario.28



El humor aparece de nuevo cuando en el popular Burro flautista, de nuestra infancia, el poeta reconoce que no quiere ser astronauta. El Burro flautista -no olvidemos la acerba crítica de Iriarte contra los autores ignorantes- convencido de que es músico, toca música azul, -¿alusión a la música soul o tal vez al blues?- y se dedica a las lindezas propias de su arte musical. La sátira es más profunda de lo que aparece a primera vista, ya que la forma del poema recurre a las travesuras de la rima -les torts de la rime, del poeta francés- con lo cual da de lleno en algunos textos de canciones actuales. Por otra parte el Burro flautista toca y toca sin parar. Y la confusión ambiental crece a medida que avanza el poema. Si al principio «baila la rama/ más alta del abedul», luego son «todas las cañas del río», ejemplo clásico de la versatilidad masiva. Y al final, tras la paronomasia entre toca y trotan, el burro solito llega a ser orquesta, ¿tal vez con la ayuda del potro y la yegua, que aparecen por algo más que una exigencia de la rima? Ciertamente algunos matices se le escaparán al niño, pero le quedará lo divertido de la situación y lo juguetón de la fonética.



Burro flautista


Toca que toca la flauta,
Burro flautista;
no quiere ser astronauta:
es un artista.

Toca que toca sin falta,
música azul,
baila la rama más alta
del abedul.

Toca que toca, ¡qué tío!
¿alguién da más?
Todas las cañas del río
van al compás.

Toca que toca sin tregua,
¡menuda orquesta!
Trotan el potro y la yegua
¡viva la fiesta!29



Frente a la ambigüedad que asoma en el Burro flautista la concreción en Receta de cocina no sólo es mayor, sino que, por hiperbólica, e imposible, busca el humor en la falta de credibilidad y en el disparate mayúsculo. El recurso apunta al niño que, por desconocer el valor de las cantidades, las magnifica con la exageración desmedida tan a menudo presente en sus discusiones y comparaciones con sus compañeros. Decir número más alto, a veces tomando como tal el más desconocido, o el de nombre más largo, significa vencer al contrincante.

Todo esto servido con la habilidad para la rima ya conocida.



Receta de cocina


Para hacer la mayonesa
te interesa conocer
la receta que Vanesa
me prestó antesdeayer.

Dos mil huevos de gallina
que jamás verán la luz,
o un millón de golondrinas,
o trescientos de avestruz.

De vinagre, seis garrafas
(si no he leído mal)
y aunque no tenga las gafas
pone: de sal un quintal.

Cien barriles -dice ahora-
de aceite de girasol,
y a darle a la batidora
hasta la puesta de sol.

¡Ay, Vanesa, qué traviesa,
qué traviesa debes ser,
vaya receta sorpresa
me prestate antesdeayer!30



En esta obra de A. Gómez Yebra el recuerdo no parece invocado, pero sí involucrado. A veces se limita el título del poema. Pájara y lagarto, por ejemplo, obligan a mirar hacia los neopopularistas. Otras veces la alusión es explícita, como a la fábula de Iriarte con Burro flautista, o a la canción folclórica, como en Los cepillos. Habitualmente se centra en el entorno del niño, en aspectos sencillos y amables de la vida, enaltecidos por el tratamiento poético.

La escasez de juegos lingüísticos está compensada por la presencia de ricas figuras literarias, por la viveza de la expresión, por la impecable forma y por la sugestión del contenido que empuja a la comunicación. Y por los atisbos nada despreciables de intertextualidad.



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Juan Cervera
Canciones para la escuela I Preescolar


Piles, Valencia, 1984.


Juan Cervera es profesor universitario. El libro tiene unos cuantos años de existencia y cuenta con la aportación de los profesores Pilar Fuentes y Felipe Cervera, autores de las melodías creadas a la vista de los textos poéticos del autor, que lo es también de la planificación didáctico-lúdica que precede a las canciones. Las canciones responden a objetivos de dramatización, de ritmo, de práctica instrumental y de psicomotricidad. Y el autor, si recurre ahora a este estudio, que debe encuadrarse en el marco de la autocrítica, es porque, creyendo que el libro encierra valores ejemplares, no se ha beneficiado de la crítica, cosa por otra parte habitual en el campo de la Literatura Infantil.

-La valoración completa de los textos y de los juegos que sugieren debería realizarse a la vista de la música, aunque aquí nos centremos en lo literario.

Hay que añadir, además, que la idea de redactar un libro como éste nació de la necesidad de completar, para el ámbito escolar, la aportación folclórica, rica y valiosa, pero insuficiente, como se ha apuntado ya.

En la introducción teórica del libro se establece una clasificación de las canciones en atención a su estructura y a sus usos. Así las composiciones pueden verse como:

a) Series abiertas fácilmente prolongables.

b) Relatos cerrados con claro final.

c) Propuestas de juegos paradramáticos con adición de otros recursos.

Sabemos que esta clasificación para nada responde a las tradicionales en poesía, incluida la poesía infantil folclórica, pero supone el reconocimiento de otros modos de hacer poesía para niños e invita a ello.

Dado que estas denominaciones están suficientemente aclaradas en otros trabajos, como Literatura y lengua en la Educación Infantil, y principalmente en el libro objeto de estudio, centraremos ahora el nuestro en otros aspectos que no han sido destacados allí.31

De las cincuenta canciones que contiene el libro, casi una veintena se califican como series abiertas prolongables, lo que determina que el juego que reclaman ofrezca oportunidad para la creatividad lingüística, ya que se recogen algunas estrofas, las suficientes para facilitar el descubrimiento de la fórmula que luego, repetida, nos proporciona las demás estrofas de la serie. Así, por ejemplo, en la canción El chinito Chinfunfá se detecta que las distintas estrofas, innumerables, surgen del cambio del verbo -en este caso bisílabo- que encaja perfectamente en el entramado de la estrofa inicial que se conserva.

El chinito Chinfunfá
anda como los demás,
como los demás chinitos
que todos andan igual.


Basta con sustituir el verbo andar por saltar, correr, brincar, reír, llorar, cantar, bailar,... A esta invitación pueden corresponder perfectamente los niños desde su primera escolarización, en un ejercicio en el que intervienen el juego, la creatividad y la reflexión lingüística. Otras veces el juego implica interpretar o añadir determinadas palabras o gestos, como sucede con Yo soy el rey, para cuyo juego se aprovecha la condición de canción dialogada32.

Las canciones con contenido de relato ocupan el segundo lugar, en número de diez.

Cada una, evidentemente, con características propias, por lo que conviene analizar alguna.



Los peces del río


Los peces del río
querían beber.
¡Pobrecitos peces,
padecían sed!

Sí, sí, sí,
no, no, no, no.


Dejaron el río
y echaron a andar
buscando una fuente
anda que andarás
Durante el camino
tenían calor,
no encontraban sombra
calentaba el sol.

El pez abuelito
la fuente encontró
y todos bebieron
glo, glo, glo, glo, glo.

El pez más chiquito
se puso a reír:
-Como la del río,
ji, ji, ji, ji, ji.

Y todos contentos
bailando al compás,
volvieron al río:
¡Ja, ja, ja, ja, ja!33


Este cuentecillo puede interpretarse como fábula. Pero no debe pasarse por alto que, aunque reúna algunas de sus características tradicionales, el autor manifiesta su voluntad de distanciamiento de la fábula moral huyendo de su habitual tono represivo, que, además, impide el final feliz. Del mismo modo se evita aquí «la presencia de la moraleja, que fija el sentido y dificulta la reflexión personal»34.

La ausencia de moraleja es bien notoria en el presente texto. En cuanto al final feliz, ciertamente aparecerá como discutible que se defienda para este texto, si no se toma como tal el descubrimiento de que el agua del río y la de la fuente son iguales, o bien la felicidad que supone la vuelta al hogar natural, el río. El toque de humor sí parece evidente y perceptible.

El paseo, sin duda, entra también en este esquema de nueva fábula, aunque la patente incomunicación entre el pato y la gallina, hay que reconocerlo, le da un tono de tristeza, de denuncia. ¿Prematura para la mente del niño de este nivel? Cabe desear que la actitud positiva brote en la mente del niño ante lo desagradable que resulta el rechazo del otro. Y al servicio de la construcción de la propia conciencia.



El paseo


El patito se acercaba
saludando, cua, cua, cua.
La gallina lo miraba,
co, co, co, sin saludar.

-¿No te gusta mi saludo?
¿No me quieres contestar?
-Tu saludo no es muy lindo,
sólo dices cua, cua, cua.

-Es verdad es más hermosa
tu palabra co, co, co...
Y se fueron cada uno:
-Cua, cua, cua.

-Co, co, co, co.35



Sin duda, lo más difícil de captar, por parte del niño, será la ironía que encierra la réplica del pato.

La moto piti-poto, de reminiscencia folclórica, hubiese quedado represiva, igual que las fábulas tradicionales y algunos apólogos, de no ser por la última estrofa que deja entrever la posibilidad de curación y la vuelta a la alegría.



La moto piti-poto


Esta moto piti-poto
corre mucho piti-pá,
corre y salta por la calle
piti-poto piti-pá.

Tanto corre piti-poto
que de un salto piti-pá,
una pierna se le ha roto
piti-poto piti-pá.

Desde ahora piti-poto
esta moto piti-pá
anda coja y va despacio
piti-poto piti-pá.

Si se cura piti-poto,
esta moto piti-pá
saltará y saldrá corriendo
piti-poto piti-pá.36


Tanto en este último poema como en los dos anteriores la presencia de onomatopeyas y de estribillos persigue la aproximación del niño al juego. El uso de estribillo entreverado en La moto piti-poto se ofrece como ejemplo de un modo de componer canciones infantiles que enlaza con modelos tradicionales muy extendidos: En coche va una niña, Mambrú se fue a la guerra, Al pasar el arroyo. En algunos de ellos a veces el estribillo entreverado llega a constituir el armazón del texto37. La polifonía textual es evidente.

Varias canciones toman el aspecto de diálogo con estructura de pregunta y respuesta. En ¿Dónde van los patos? el diálogo es asimétrico, con pregunta de un verso y respuesta de tres, de los que el último está constituido por una onomatopeya-estribillo. Esta canción se sitúa en un punto intermedio en relación con su estructura -abierta o cerrada- y en relación con su llamada a la creatividad mediante prolongación. No posee estructura claramente abierta como la serie El chinito Chinfunfá, ni tan claramente cerrada como el relato Los peces del río. Si se le admite estructura abierta, con fórmula más complicada para su continuidad, no está menos claro que el autor ha querido cerrar la progresión mediante el cambio de onomatopeya-estribillo en la última estrofa, al pasar del repetido cua, cua, cua, cua al inesperado cui, cui, cui, cui.



¿Dónde van los patos?


-¿Dónde van los patos?
-Se van a nadar
en las aguas claras,
cua, cua, cua, cua, cua.

-¿Dónde van los patos?
-Se van a jugar
con el barro oscuro,
cua, cua, cua, cua, cua.

-¿Dónde van los patos?
-Se van a buscar
hierbecita verde,
cua, cua, cua, cua, cua

-¿Dónde van los patos?
Se van a bailar
a la pata coja,
cua, cua, cua, cua, cua

-¿Dónde van los patos?
-Se van a dormir
que ya están cansados,
cui, cui, cui, cui, cui.38


Todas las canciones del libro propician algún tipo de juego. Hay varios modos de promoverlo. Así, El avestruz y El viento plantean el recurso al repasillo o aeioú, aunque de forma diferente. En El avestruz, para insistir en la discriminación de las vocales, se llega al dislate, a la palabra inexistente o inadecuada para el resto de las de la frase con lo que se incurre en un monólogo digno del sinsentido, pero no indescifrable.



El avestruz


El avestruz se va,
¿y cuándo volverá?
Yo no lo sa.
Sa sa sa sa sa sa.

El avestruz se ve,
¿y cuándo volveré?
Yo no lo sé.
Se se se se se se.

El avestruz se vi,
¿y cuándo volverí?
Yo no lo sí.
Si si si si si si si.

El avestruz se vo,
¿y cuándo volveró?
Yo no lo so.
So so so so so so

El avestruz se vu,
¿y cuándo volverú?
Yo no lo su.
Su su su su su su.39


Mientras que en El viento, el aeioú aparece primero camuflado tras un verbo que se repite en una especie de conduplicación o repercusión entre el primero y el segundo versos de cada estrofa. En el tercero se proclama paladinamente la presencia de la vocal antes semioculta.



El viento


Cuando el viento canta,
canta de verdad.
A a a, a a a,
la la la la.


Cuando el viento mece,
mece de verdad,
E e e, e e e.
la la la la.


Cuando el viento silba,
silba de verdad.
I i i, i i i,
la la la la.


Cuando el viento sopla,
sopla de verdad.
O o o, o o o,
la la la la la.


Cuando el viento ruge,
ruge de verdad.
U u u, u u u,
la la la la.40


El mismo juego de aeioú se repite intensamente en Las estrellas.41

La intención de aprovechar el ritmo para el gesto, codificado o no codificado42, y para el juego psicomotor, aparece especialmente reforzado en algunas canciones.



Así, así, así


Así, así, así
nadamos sin parar;
así, así, así,
los peces en el mar.

Así, así, así,
volamos sin temer;
así, así, así,
las aves sin caer.

Así, así, así
corremos al cazar;
así, así, así,
los perros sin cesar.

Así, así, así
saltamos sin pensar;
así, así, así,
las ranas al andar.43


Aquí se plantea el gesto imitativo de acciones realizadas por animales. Cada estrofa, además, implica, por su significado, un relato mínimo e incipiente, que, en definitiva, es una acción. Pero el hecho de que cada acción ocupe nada más y nada menos que una estrofa permite la realización acabada del gesto que evoca la acción, sin acumulaciones que impidan la objetivación del gesto, ni frenen la elocución de la canción, cosa que no siempre sucede en canciones tradicionales o poemas no construidos ex profeso para estos menesteres, y que sólo desobjetivando los gestos sirven para algún juego dramático o paradramático.

Esta circunstancia puede observarse, por ejemplo en el poema Fauna

Que salte el conejo,
que baile el ratón
en la rueda, rueda
de San Borombón.


Que el cordero bale,
que ruja el león


y gire la rueda
de San Borombón.


La rana de lata
y el pez de latón
ruedan en la rueda
de San Borombón.


Y los animales
de goma y latón,
del lobo al cordero,
del gato al ratón,
del pez a la rana,
del tigre al león,
rueden en la rueda
de San Borombón.


Yolanda Lleonart


La acumulación de acciones dificulta la realización de sus gestos correspondientes, sin exponerse a destrozar el ritmo del texto. Lo mejor, en un caso así, es prescindir de los gestos y basar el juego en el aprovechamiento del ritmo, reforzando el valor de la palabra.

Tenía una muñeca es una muestra de un tipo de canción en cuyo texto y en cuyo juego sugerido coinciden varias características, cada una de ellas capaz de convocar a un juego diferente. Así, en ella, se dan: el relato incipiente; la serie prolongable con fórmula fácil y definida, que incita a la creatividad; la invitación al gesto codificado, en este caso propio de personas; y la insinuación humorística, en esta ocasión para el gesto estereotipado con evocación de un autómata. Su escenificación se presta a una pantomima paralela


Tenía una muñeca de madera y de trapo,
que, cuando caminaba,
movía pies y brazos.

¡Un, dos, tres! Y al revés.


Tenía una muñeca
de madera y de trapo,
que, cuando se lavaba,
movía así las manos.

Tenía una muñeca
de madera y de trapo,
que, cuando saludaba,
movía así las manos.

Tenía una muñeca
de madera y de trapo,
que, cuando se peinaba,
movía así las manos.

Tenía una muñeca
de madera y de trapo,
que, cuando patinaba,
movía así los brazos.44


La adscripción al folclore, y concretamente a la poesía de tradición oral, es clara en este trabajo en el que pueden reconocerse elementos de origen popular. Este proceder se justifica en el intento de repropuesta y de prolongación.


Una y dos, ca,
una y dos, fe;
una y dos, café.

Café, café, café.


Una y dos, pa,
una y dos, pel;
una y dos, papel.

Papel, papel, papel

Una y dos, ba,
una y dos, lón;
una y dos, balón.

Balón, balón, balón.45



Y sigue el mismo juego con palabras como cartón, ratón, calor.

El planteamiento de estos juegos -vocálicos, silábicos, fonéticos en general y también semánticos- demanda a menudo la forma de serie abierta fácilmente prolongable. Su menor convocatoria poética se compensa por su mayor llamada a la creatividad y al juego lingüístico.

La búsqueda del juego -lingüístico, rítmico, psicomotórico, representativo- es constante y parte del plano fónico, de acuerdo con la idea de que el niño de este nivel no sabe leer. En este aspecto la experimentación lingüística se reviste a menudo de incitación constructivista desde los estratos más elementales y con el auxilio de los recursos más sencillos.

El interés por la poesía cantada, en estos niveles de contacto preferentemente oral con el niño, se ve avalado por Paul Zumthor, estudioso de la poesía oral: «...circunscribo dentro de la poesía oral un subgrupo, la poesía cantada, sobre el que concentro la atención y el oído».

Y se justifica: «...este artificio permite alcanzar de golpe algo que es central, a partir de lo cual el panorama se aclara..., hasta los confines de la "literatura oral" en el sentido más amplio, si no de toda la literatura»46.







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Consideraciones complementarias

Sin pretenderlo intencionadamente, resulta que los tres ejemplos aducidos encajan en líneas generales en las tres clases de poesía infantil que hemos señalado: lírica, narrativa y lúdica. Y, aunque hayamos defendido que toda poesía infantil contiene su fermento lúdico y admite tal tratamiento, es evidente que cada uno de los modelos analizados tiene rasgos preferentes que convierten en válido el esquema propuesto del que derivan los tres modos, preferentes también, de juego: personal, en realidad, interpersonal; individual, como posible aproximación solitaria; y colectivo, con llamada a la involucración del grupo.

Estos modos de aproximación a la poesía pueden plantearse como estrategias didácticas. Pero hay que advertir que el orden admitido para su enumeración no debe tomarse como reflejo de su incorporación sucesiva al desarrollo psíquico y físico del niño. Mucho menos como etapas cerradas e incomunicadas.

El juego es ilusión, y hasta pasión, permanente para el niño.

Existe una pedagogía de la poesía, y ahora empleamos esta expresión con atribución subjetiva a la poesía. Es decir, la poesía nos forma, igual que, cuando decimos pedagogía de la Biblia, o de la vida, reconocemos que la Biblia, o la vida, constituyen, cada una, su conjunto de principios que informan su pedagogía. En esto la pedagogía se sitúa a bastante distancia de la didáctica, y conviene no olvidarlo. Esta pedagogía de la poesía revelará que el contacto colectivo, con planteamiento mayoritariamente lúdico, sin duda ha de preceder al contacto individual, voluntario y más independiente, menos lúdico y más intelectual, que derivará de los otros dos. Por razones obvias, el contacto personal y personalizado precederá a ambos.

Por otra parte hay que considerar que los textos procedentes de la canción, fuertemente vinculados al ritmo, revisten especiales exigencias a la hora de su composición. La sujeción a metro y a ritmo, y la identidad de las estrofas para cada canción, quizá resten espontaneidad, pero implican mayor respuesta formal. Y esto también tiene sus ventajas a la hora de iniciar poética y literariamente al niño.

Canción y narración son dos formas básicas en el desarrollo cultural de la Humanidad. No es el momento de dilucidar qué fue antes, si el cuento o la canción. Pero sí hay que recordar con Davenson «que no faltan ejemplos de canciones que caen en desuso como tales y sobreviven más o menos tiempo bajo la forma de cuentos»47. ¿Será esta supervivencia, selectiva y transformadora, fruto de la recepción poética?

El mismo Zumthor defiende que desde las sociedades arcaicas el cuento ofrece a la comunidad un campo de experimentación en el que la voz del narrador contribuye a la estabilización social, y justifica la supervivencia de las tradiciones narrativas orales más allá de las revoluciones culturales. Más aún, la sociedad siente necesidad de todas «las voces portadoras de mensajes arrancados a la erosión de lo utilitario, del canto no menos que de los relatos. Necesidad profunda cuya manifestación más reveladora es, sin duda, la universalidad y la perennidad de lo que designamos con el término antiguo de teatro»48.

Nos encontramos ante una situación realmente rica para la educación, si descubrimos que en torno a la poesía se arraciman multiplicidad de formas, y de ellas brotan las otras manifestaciones literarias de carácter oral: el cuento y el teatro.

Para la economía de la educación conviene recordar con Egan49 que los niños se encuadran con rapidez en una cultura oral. Esto es algo que debe tenerse muy presente a la hora de plantear la Educación Infantil, que, por exigencias obvias, ha de ser fundamentalmente oral. Y tampoco debe olvidarse que, en su progresión educativa, los niños «no sólo pasan de una cultura oral a otra literaria, sino más bien, de una cultura oral a otra literaria y oral»50.

lunes, 9 de agosto de 2010

Fonética Espido Freire

Fonética

http://www.jano.es/jano/ocio/cultura/rueda/escritores/fonetica/_f-303+iditem-4154+idtabla-4

13 Julio 2010


¿Y si nos equivocáramos y en realidad no hubiera futuro en la formación humanística, en el conocimiento de la historia, de la lengua, en una cultura general que durante generaciones hemos considerado importante? ¿Y si, por algún casual, fueran los que apuestan por una educación superficial, casi epidérmica, audiovisual y rapidísima, los que marcaran el camino real, el adecuado para esta sociedad y las venideras?

No sería la primera vez que un cambio radical de paradigma se ve acogido con recelo y con ataques. A la eterna lucha entre generaciones se une la incomprensión mutua. Los jóvenes que lucían levita y chaleco en los colores que el joven Werther puso de moda sentían en carne y en orgullo el desprecio de los mayores, que no comprendían por qué a sus hijos, educados como chicos responsables, les daba por suspirar, por leer poesía y por marcharse al sur de Europa a correr aventuras. Mucho antes, las muchachas que se esmeraban por entrar en los salones literarios, y no se ocupaban de recibir, según se esperaba de su sexo y condición, recibían el nombre de las Preciosas ridículas. Pioneros del rock, del pop, de la contracultura, casi siempre han sido los jóvenes los que tenían razón y marcaban un camino que se ha dado por hecho.

“No creo que ni yo, ni muchos como yo, seamos capaces de adaptarnos: me aferraré al uso del punto y coma, a las diferencias entre la B y la V, y a un vocabulario que incluya términos prestados del latín, del griego, del francés, que se percibirán como pedantería, cuando antes delataban una buena formación”

Como escritora y como amante de los libros, quizás la pasión más duradera y satisfactoria que nunca vaya a experimentar, me resulta amargo el simple pensamiento de que el lenguaje fonético que han generalizado los medios de comunicación instantánea pueda imponerse a la ortografía convencional. Sin embargo, si analizo con un mínimo de detenimiento esa resistencia, no encuentro razones que no sean emocionales: creo, honestamente, que es lo que debo defender porque así lo siento. Así me han enseñado a escribir, y a leer, e inculcaron desde mi infancia más verde el horror por las faltas de ortografía y de puntuación: distinguía a quienes éramos buenos estudiantes de los mediocres, a los cultos de los burros, a quienes prosperaríamos de quienes estaban destinados a otro tipo de trabajo.

Pero todo eso ha cambiado: los profesores universitarios han abandonado sus esfuerzos para que la redacción sea la correcta, y en secundaria y en primaria parece ser que no se ha impuesto como una prioridad; el complicadísimo y delicado proceso que lleva a un niño a leer, y sobre todo a escribir, ha experimentado cambios, y al mismo tiempo que se les empuja a que lean, a que sean creativos, a que se expresen, se pierden las clases de ortografía, los dictados y las copias. Y quizás tengan razón. Quizás esta manera desesperada de aferrarse a otro tipo de enseñanza esté condenada, y todo aquello en lo que a mí, hace apenas veinte años, me educaron, desaparezca, como lo hizo el Trivium, el Quadrivium y la Escolástica.

Viviremos entonces un esplendor extraño y totalmente novedoso, el inicio de una era que me observará como lo hacemos con los dinosaurios. No creo que ni yo, ni muchos como yo, seamos capaces de adaptarnos: me aferraré al uso del punto y coma, a las diferencias entre la B y la V, y a un vocabulario que incluya términos prestados del latín, del griego, del francés, que se percibirán como pedantería, cuando antes delataban una buena formación. Insistiré en la acentuación convencional, y en las citas de quienes fueron más sabios. Siempre quise ser muy anciana, y decir sin represalias lo primero que se me ocurriera. Lo que nunca pensé fue que obtuviera ese privilegio antes de los cuarenta.

sábado, 12 de junio de 2010

Pequeña magnitud

http://www.elpais.com/articulo/portada/Pequena/magnitud/elpepuculbab/20100515elpbabpor_1/Tes

FERNANDO ARAMBURU 15/05/2010

- Hay muchas naciones en el mundo, pero ninguna dentro de mí.

- El éxito da alas que permiten al afortunado alzar el vuelo, surcar la altura, planear majestuoso a la vista de quienes ya lo están apuntando desde abajo con sus escopetas.

- Dudo que haya un método más rápido y eficaz de adelgazamiento que la muerte.

- Estoy dispuesto a admitir que no se pueden esperar grandes aventuras de un tipo como yo que prefiere las castañas asadas a la cocaína.

- Conviene ir bien vestido al consultorio del médico si no queremos contribuir a que el diagnóstico empeore.

- Aunque, al menos desde un punto de vista práctico, está bien que existan las naciones. ¿Dónde, si no, se iba uno a exiliar llegado el caso?

- De acuerdo, la perfección no equivale al arte, pero es un buen comienzo.

- A lo largo de mi vida he experimentado momentos de intensa humildad, de quietud y desprendimiento que acaso no queden lejos de la plenitud mística. Por ejemplo, cada vez que me dolieron las muelas.

- No hace falta subir al último piso de los rascacielos ni a la cima de las montañas y mirar abajo para adquirir constancia de la pequeñez humana. En realidad basta con contener la respiración durante un minuto, si aguantas.

- ¿Cómo que no hay ningún libro perfecto, limpio de errores, de contradicciones, de partes superfluas? Y el listín de teléfonos, ¿qué?

- Hijo, ten cuidado cuando salgas a la calle. Mira bien dónde pisas, no vayas a tropezar con un himno.

- Adoptes la táctica que adoptes, antes vencerás al tigre que a la calumnia.

- Desearía formular una serie de preguntas a las personas que hablan con sus perros, pero no sé ladrar.

- A los seres humanos con personalidad doble, ¿cómo hay que tratarlos? ¿De túes o de ustedes?

- Lo contrario de una patada en el vientre no es una patada en la cabeza o en la espalda. Lo contrario de una patada es un abrazo.

- Considero una cima biográfica cada hora, cada minuto, cada segundo exento de dolor.

- Ningún egoísmo tan detestable como el de los demás.

- Soy un ferviente defensor de la duda, con excepción de las de mi cirujano.

- Un tipo que se pasa el día diciendo yo, yo, yo, es un ególatra. Otro que hace lo mismo diciendo nosotros, nosotros, nosotros, es un nacionalista. El nacionalismo no es más que la forma plural de la egolatría.

- He preguntado al radiólogo, pero él tampoco ha sabido descubrir dónde tengo la capital.

- Un aparato capaz de medir la belleza de las obras artísticas no nos serviría de nada sin otro aparato capaz de transmitirnos las emociones correspondientes, en cuyo caso podríamos prescindir tranquilamente de las obras de arte.

- La Tierra es la docilidad en persona. A todas horas, en todas partes, sin la menor resistencia abre la boquita y, obediente, se traga otro ataúd.

- Malas noticias para los habitantes del cielo. A pesar de las innegables comodidades, allí tampoco le estará permitido significar.

- Por el momento me inclino a descartar la opción del suicidio dado el alto riesgo de muerte que comporta.

- Desconfío de los espejos. Ni siquiera saben mentir.

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miércoles, 9 de junio de 2010

La notaria del Himalaya Elizabeth Hawley, que jamás ha hecho alpinismo, es la 'cazadora de tramposos' más conocida en la cima del mundo


23.04.10 - 01:52 -
FERNANDO J. PÉREZ |


La particular idiosincrasia del alpinismo -y de sus practicantes- se mide en muchos parámetros, pero quizá el más singular es la ausencia de árbitros o jueces oficiales que certifiquen los logros y metas conseguidos. La explicación es bien sencilla: ¿quién es el valiente que, por ejemplo, en primavera se sube a la cumbre del Everest y permanece allí durante tres o cuatro semanas para comprobar 'in situ' las personas que alcanzan el punto más alto del planeta?
Esta carencia ha sido suplida por personas que, sin tener un carácter de juez oficial, han sido aceptadas por el mundo del alpinismo como las encargadas de autentificar las ascensiones. Son los llamados 'notarios del Himalaya'. La más conocida es Elizabeth Hawley, hoy en día una venerable anciana que desde hace más de cuarenta años es la implacable vigilante de la verdad en las cumbres más altas del mundo. La paradoja de Miss Hawley es que se trata, probablemente, de la persona que mejor conoce las vías de ascensión a cada uno de los 'ochomiles', cada roca, cada serac, cada cadáver en la ruta, pese a que en su vida se ha acercado ni tan siquiera a sus campos base.
En los años sesenta llegó a Katmandú para hacer un reportaje para la agencia Reuters y ya no salió de allí. Su sistema de trabajo es tan curioso como riguroso. Ella entrevista a todos los alpinistas y en la encuesta introduce ocasionalmente preguntas trampa para saber si le dicen la verdad. Luego contrasta las respuestas de cada montañero que ha realizado la misma ascensión y sabe quién le ha dicho la verdad y quién no. Así ha descubierto las trampas de numerosos alpinistas, algunos de ellos renombrados, que se vieron cegados por la fiebre de la cumbre. Su imagen de encantadora abuelita contrasta con los incisivos interrogatorios que hace a los alpinistas. Y quizá ése sea su secreto. En todo caso, es toda una institución en el mundo del himalayismo.
Unos años después le siguió los pasos Kartajanari, que comenzó a realizar desde Londres el mismo papel que Miss Hawley pero centrado en los cinco 'ochomiles' de Pakistán. Lo que pocos saben es que tras ese enigmático nombre oriental se encuentra el bilbaíno Xabier Eguzkitza, retirado ya en su 'botxo' natal del papel de notario del Karakorum.
Sus sucesores son el alemán Eberhard Jurgalski y el brasileño Rodrigo Granzotto, pero sus decisiones no son inapelables. Por muy rigurosos que sean en su labor de investigación y aunque hayan descubierto a muchos tramposos, al final dependen de terceras personas, de los ojos de otros. Y siempre ha habido y habrá alpinistas dispuestos a crear su propia verdad en busca de la gloria.

domingo, 6 de junio de 2010

Más de 100 niños nigerianos mueren envenenados con plomo al buscar oro El Gobierno pide ayuda para atajar una crisis que afecta a más de 350 personas

http://www.elpais.com/articulo/internacional/ninos/nigerianos/mueren/envenenados/plomo/buscar/oro/elpepiint/20100606elpepiint_8/Tes?print=1
Más de 100 niños nigerianos mueren envenenados con plomo al buscar oro
El Gobierno pide ayuda para atajar una crisis que afecta a más de 350 personas

AGENCIAS - Dareta - 06/06/2010

Más de 100 niños y medio centenar de adultos han muerto envenenados por plomo en el norte de Nigeria en las últimas semanas. Todos habían comenzado a excavar ilegalmente yacimientos de oro en un terreno con altas concentraciones de estos minerales tóxicos.

Más de 100 niños y medio centenar de adultos han muerto envenenados por plomo en el norte de Nigeria en las últimas semanas. Todos habían comenzado a excavar ilegalmente yacimientos de oro en un terreno con altas concentraciones de estos minerales tóxicos. Se registraron 355 casos de envenenamiento, de los cuales 163, hasta el momento, fueron mortales.

Las muertes se conocieron a raíz del programa de vacunación que cada año se pone en marcha en el país africano rico en gas, petróleo y minerales. El personal sanitario encargado de la campaña se dio cuenta de que prácticamente no había niños en las aldeas de la remota zona de Zamfara y, tras indagar en el asunto, los pobladores les informaron de que las muertes se habían sucedido recientemente por malarias. No obstante, tras un análisis de las aguas subterráneas de la zona, se comprobó que el plomo se había filtrado tras las excavaciones en busca de oro.

"Es probable que la gente haya enfermado después de que el plomo, separado del oro en el proceso de tamización, contaminara los sistemas de agua", explicó a la agencia Reuters un miembro de una de las agencias internacionales que trabajan en el terreno. El Gobierno ha levantado dos campamentos sanitarios en el área para atajar el problema. Nigeria ha tenido que solicitar la ayuda de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Centro de EE UU para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Instituto Blacksmith de Nueva York.

Hay por lo menos seis aldeas diezmadas por el envenenamiento, en especial Dareta y Giadanbuzu, ambas en la pobre y árida región del Sahel, en la franja sur del Sáhara. Sus pobladores protestaron contra el Gobierno de Abuja, alegando que las autoridades han tardado mucho en reaccionar a la crisis. Abubakar Garba, un criador de ovejas de 40 años de edad de Giadanbuzu, dijo que cuatro de sus seis hijos murieron a causa de la intoxicación por plomo hace dos meses. Los cuatro eran menores de 10 años. "El Gobierno de este país no sabe dónde viven los pobres. No quieren saber lo que pasa en nuestros pueblos", dijo Garba a la cadena BBC con lágrimas en los ojos. "Si se tratara de sus hijos, no les habría tomado tanto tiempo descubrir este problema".

El área es remota y musulmana, lo que hace más ardua la tarea a la hora de trabajar en la prevención y el tratamiento en el caso de las mujeres. Demasiado plomo puede dañar el sistema nervioso, los sistemas reproductores y los riñones. El plomo es especialmente dañino para los niños pequeños y en las mujeres embarazadas. "Es una situación de emergencia. Estamos en una carrera contra el reloj para eliminar el plomo tóxico de las casas ahora, antes de que lleguen las lluvias en julio y se propaguen las sustancias contaminantes", declaró Richard Fuller, presidente del Herrero Institute, una organización sin fines de lucro que trabaja en la limpieza de materiales contaminantes en todo el mundo.

Aunque su población es pobre, Zamfara es rica en minerales, incluidos oro, cobre, mineral de hierro y manganeso. El presidente nigeriano Goodluck Jonathan inauguró recientemente una planta para el procesamiento de minerales y las autoridades locales han manifestado mucho interés en atraer la inversión privada a la zona. De hecho, el corresponsal de la BBC en la región ha informado de que el gobierno local de Zamfara había empleado recientemente a una compañía china para explotar las minas de oro. Al parecer, al margen de este acuerdo, la gente del lugar decidió adelantarse a la empresa asiática para sacar el precioso metal.

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Chris Haney, padre del 'Trivial Pursuit' El juego de mesa ha llegado a vender 100 millones de copias

Chris Haney, padre del 'Trivial Pursuit'
El juego de mesa ha llegado a vender 100 millones de copias

SANDRO POZZI 06/06/2010

Es uno de los juegos de mesa preferidos entre los adultos de la generación del baby boom. Y surgió del ingenio de un periodista, mientras tomaba cervezas en un bar con un colega, una noche de invierno de 1979. Chris Haney, creador junto a Scott Abbott del Trivial Pursuit, murió el pasado 31 de mayo en Toronto (Canadá) tras dos años de enfermedad.

Es uno de los juegos de mesa preferidos entre los adultos de la generación del baby boom. Y surgió del ingenio de un periodista, mientras tomaba cervezas en un bar con un colega, una noche de invierno de 1979. Chris Haney, creador junto a Scott Abbott del Trivial Pursuit, murió el pasado 31 de mayo en Toronto (Canadá) tras dos años de enfermedad. Tenía 59 años.

Cuando se les ocurrió tan brillante idea, Horn, como le conocían los amigos, era editor gráfico del Montreal Gazzette. Abbott era periodista deportivo. En 1980 dejó el trabajo y viajó en barco a España con su mujer y su hijo, cargado de libros. Ese invierno, el hombre al que no le gustaba volar se instaló en la Costa del Sol, donde escribió las primeras 6.000 preguntas.

Chris Haney nació en Welland (Ontario). No llegó a terminar sus estudios. Conoció a Scott Abbott en 1975. Les presentó el fotógrafo Doug Ball, la primera persona a la que después acudirían para que apoyara económicamente el proyecto que parieron en una servilleta de papel, en una reunión de 45 minutos. Ball no creyó en la idea. Tampoco la madre de Haney, que temía perder el dinero.

El negocio como tal se creó en 1981, a su regreso a Canadá, bajo el nombre de Horn Abbott. El juego original se llamaba 6.000 preguntas. Contaban con el apoyo de una treintena de pequeños inversores. El objetivo era emular el éxito del Scrabble. El inicio fue lento, y no estuvo exento de tensión, que, como contaba el propio Haney, combatía a base de lingotazos de brandy y pitillos.

En 1982 lo presentaron en la Feria del Juguete de Nueva York. Las primeras copias las vendían a 15 dólares. Pero costaba hacerlas 75 dólares. Para abrirse camino, mandaron gratis el juego a las celebridades citadas en las preguntas, como Gregory Peck. La estrategia de marketing dio resultado. Y justo cuando estaban quedándose sin dinero, en 1984 se desató la locura.

Solo ese año se vendieron 20 millones de copias del juego en EE UU y Canadá. Un éxito nunca visto, que les llevó a ocupar la portada de la revista Time. Ahí se dieron cuenta de lo que habían conseguido. La juguetera Hasbro, que compró la marca hace dos años por 80 millones de dólares (unos 67 millones de euros), dice que se han vendido ya 100 millones de unidades del Trivial en todo el mundo.

Haney y Abbott volverían a hacer piña en otro proyecto. Amante del golf, decidió dedicar parte de su fortuna a construir dos campos. Pasaba los inviernos en España; viajaba cruzando el Atlántico en el supercrucero Queen Mary.
http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=7429654175334621642

martes, 4 de mayo de 2010

El piloto de los vegetales


Hoy festeja su vigésimo tercer cumpleaños en la cumbre de su carrera. Los dos secretos de Lorenzo son su dieta espartana, a base de leche de avena, espelta y kamut, y una revolución psicológica que transforma lo malo en «bueno para el futuro»
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AFP Lorenzo toma diariamente alimentos integrales sin pesticidas
Jorge da un golpe mundial
Lorenzo, la psicología de convertir lo malo en bueno
Especial Mundial de motociclismo
TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN | JEREZ
Martes , 04-05-10
El día después de «la mejor carrera» de su vida sopló una vela con el número veintitrés mientras la tarta permanecía intocable. Sólo pasó un dedo y chupó el iceberg de fresa de la tarta, que se comieron en Yamaha. Fiesta en pleno trabajo de los entrenamientos del lunes en el circuito de sus sueños. Jorge Lorenzo (Palma, 4-5-87) exprime sus condiciones psicológicas y alimenticias para derrocar al mejor piloto de la historia. Su primera obsesión es la cabeza. La segunda, el estómago, para reducir peso.
Comenzamos por arriba. Jorge no tuvo vergüenza en elegir un psicólogo que moldeara una mentalidad ganadora. Una labor que transforma todos los errores en aciertos de futuro. «De los triunfos se aprende poco, aprendes de las derrotas», manifiesta el mallorquín, que ahora traduce sus errores en lecciones. No quiere personas derrotistas a su lado, porque su clave psíquica es hacer de los problemas un éxito. El colmo de esta postura de vida es pensar que hasta las caídas son buenas, porque el subconsciente te avisa a la siguiente. Si besas el suelo en la última vuelta por intentar ganar, conoces el mensaje: era mejor ser segundo y sumar veinte puntos, pues los títulos se ganando sumando, no venciendo.
Comer como un rumiante
La otra obsesión es la comida. Las claves son de disciplina inglesa con látigo: «Plato diario de pescado y filete de pollo a la plancha con vegetales, pasta de kamut, zumo de naranja y leche de avena o de espelta». Jorge no podría comer en uno de los restaurantes españoles más famosos del orbe.
Hace un mes se propuso «rebajar tres kilos» en su cuerpo esculpido. «Reducir peso también se nota en MotoGP», aduce. De la mano de Marcos Hirsch, su gurú de la nutrición, el hombre que derrotó a Valentino y a Pedrosa mantiene una alimentación ecológica que reviviría a un muerto.
«Disfruta» alimentos puros, sin pesticidas. «Los productos actuales son menos nutrientes que hace diez años. La leche de vaca es casi agua». Por eso bebe «leche de avena, de espelta y hasta de kamut», que coge cuerpo con «la pasta de cereales», añade Héctor Martín, su otro hombre de confianza. Una empresa especializada le surte esta «comida para pollos».
Quizá esa dieta le salvó de no ahogarse en la charca de Jerez con las botas puestas. En el box de al lado, lamentaban la caída de Rossi en los entrenamientos. Se hizo un hematoma en un brazo. Valentino ya sabe: avena al cuerpo.



http://www.abc.es/20100504/deportes-motociclismo/piloto-vegetales-20100504.html

lunes, 26 de abril de 2010

Metamorfosis de la lectura VICENTE VERDÚ 22/04/2010


VICENTE VERDÚ


A día de hoy se encuentran pocos sabios por el mundo y, en España, efectivamente, menos, pero si quedan algunos en esta nómina aparece Román Gubern. Sabio no sólo por lo muchísimo que sabe sino, también, por lo bien que sabe propagar y distribuir su saber. Numerosos libros suyos han analizado exhaustivamente las transformaciones en los medios de comunicación pretéritos y contemporáneos, han husmeado en el cine, la televisión o Internet, pero todo ello con una agudeza y generosidad que para sí quisieran los maestros internacionales en estas disciplinas.

Ahora acaba de publicar Metamorfosis de la lectura (Anagrama), que tiene la humildad de presentar como la ampliación de una conferencia pronunciada en México el año pasado. ¿Una conferencia? No pocas de las que se dictan hoy a media tarde dejan a la concurrencia con la sensación -tan temida por Ortega- de que habría empleado mejor el tiempo en otra cosa. Con la Metamorfosis, sin embargo, no es fácil señalar otra actividad, exceptuando la concupiscencia, comparable a la cómoda lectura de sus 120 páginas.

Los libros dejan, en el mejor de los casos, dos clases de regusto en la experiencia. Uno, el de haber vivido una peripecia excepcional, y, dos, el de haber sido inyectado con una impensada porción de lucidez.

Puesto que lo de Gubern no es una novela parecería que el primer obsequio se halla excluido de la oferta, pero tampoco, aunque parezca extraño, se pierde el lector esta ocasión emocional. Se obtiene, de hecho, tantas noticias curiosas extraídas en vivo de los entresijos de la historia que la sensación de sorber el tuétano del asunto convierte a la Metamorfosis en un asunto del paladar.

Pero encima, encima del paladar, en dirección al cerebro, se recrea (leyendo y leyendo) la intrigante historia de la lectura, desde la época en que muy pocos sabían descifrar los garabatos hasta el día en que la novela llegó a convertirse en un típico producto industrial.

Si el libro ("una tecnología del intelecto") fue condenado al nacer porque de un lado destruía la memoria y, de otro, encarcelaba a cada lector en su individualidad, con el tiempo ha venido a generarse un fenómeno inverso. Porque así como la pintura actual se recrea en la soledad de cada mirada personal, el best seller extiende su forma y argumento a una millonaria colectividad internacional.

Por añadidura, lo bueno de Román Gubern es que mientras tiene medio cuerpo ahincado en la cultura del libro, eleva su otro medio cuerpo por encima de la cintura para otear, destazar, defender o denostar los soportes y efectos de la nueva comunicación digital, la interfaz, la interacción y el "pantallismo" en general.

Estas líneas, en fin, no pretenden ser la recensión de un libro. Aspiran, sin embargo, a copiar el ejemplo de su autor y dar noticia de la muy interesante y copiosa información que se recoge en Metamorfosis de la lectura. Si los demás autores de libros aprovecháramos el papel con tanta eficiencia y productividad como hace Gubern no haría falta talar ni la mitad de los árboles, ni, acaso, haber ingresado tan pronto en este merequeté del libro electrónico y su palimpsesto de ficciones, acción e interacción. En resumen, con la redacción de estas líneas cumplo con mi conciencia periodística: quien quiera conocer hoy román paladino que lea a Román Gubern.


http://www.elpais.com/articulo/cultura/Metamorfosis/lectura/elpepicul/20100422elpepicul_9/Tes

sábado, 24 de abril de 2010

Dios es una biblioteca El libro electrónico robará terreno al impreso, pero no podrá arrojarlo de nuestras vidas. Gutenberg no ha muerto, se ha metamo



CÉSAR ANTONIO MOLINA 23/04/2010

En El cuarteto de Alejandría, Lawrence Durrell cuenta una anécdota, real o apócrifa, que le sucedió al escritor francés Paul Claudel cuando representaba diplomáticamente a su país en Japón. Un día salió de su residencia en Tokio para acudir a una fiesta y cuando regresaba contempló con estupor que su casa estaba siendo devorada por un gran incendio. El poeta pensó inmediatamente en sus manuscritos y en su biblioteca repleta de joyas bibliográficas. Cuando alcanzó el jardín vio que un hombre salía de entre las llamas llevando algo en sus brazos. Era el mayordomo que, dirigiéndose a él, le informó muy orgulloso: "¡No se alarme señor. He salvado el único objeto de valor!". Ese objeto no era otro que su uniforme de gala.

Desde hace algún tiempo yo tengo una pesadilla semejante. Regreso a mi casa como el personaje de John Cheever, El nadador, después de haber recorrido, no las piscinas por las que él iba nadando, sino las bibliotecas del mundo, y me encuentro en la misma situación que el autor galo de El zapato de raso. A mi encuentro no acude ningún sirviente, sino un ser indefinido que repite las mismas palabras que el mayordomo japonés y me entrega un pendrive. Él añade que ahí no sólo están todos mis libros desaparecidos, sino que ha incluido los fondos de las principales instituciones del mundo. Me quedo sorprendido, pero le digo que yo sólo necesito mis libros físicamente, aquellos que yo compré y me han acompañado toda la vida. Son mis mejores amigos y no puedo prescindir de ellos. El me responde muy seriamente que eso no sólo es ya imposible sino, además, una estupidez. "¿Para qué quiere usted tantos volúmenes que le ocupan gran parte de su casa si los tiene todos aquí, en este objeto más pequeño que el dedo de su mano?". Compruebo que la discusión no lleva a ningún sitio y, entonces, despierto. Cuando lo hago, veo que todo aún está en su caótico lugar. Por las mesillas, por las mesas y las estanterías dobladas por el peso, aún reposan las miles de hojas impresas protegidas por las portadas multicolores. Toco unos libros, abro otros y recuerdo la historia de cada uno de ellos: su nacionalidad, su lengua, el peso que arrastran desde el origen. Mi biblioteca está compuesta por cientos de ciudades, miles de calles y otros tantos paisajes.

Por estos espacios he caminado con los autores y sus personajes. He vivido sus vidas a lo largo de muchos siglos y cuando toco las páginas que estoy leyendo percibo sus lágrimas o sus risas, sus olores, veo los colores del amanecer o del ocaso. Un libro también es un objeto, una materia, una representación, un símbolo, una dimensión. El libro electrónico, el e-book, efímeros en sí mismos como soportes (qué pasó sino con el vídeo, el dvd y lo que venga), le robarán terreno al libro impreso, pero difícilmente podrán arrojarlo de nuestras vidas y nuestra manera de vivirlas. De haber habitado en la época en que se pasó de la oralidad a la escritura en papiro o pergamino, yo no hubiera estado en contra de este proceso evolutivo; de la misma manera que hubiera apoyado a Gutenberg cuando relegó a la escritura al ámbito privado.

¿Por qué ahora tendría que oponerme a algo inevitable y, seguramente, muy útil? Si estoy en contra de quienes piensan que hemos llegado al fin. En contra de aquellos que creen que ya no es necesario leer, ni saber, ni adquirir conocimientos, ya que todo está a nuestro alcance, tocando la tecla de un ordenador. Estoy en contra de aquellos que rechazan la memoria como si ésta fuera un simple apéndice mental que hubiera que extraer. El libro electrónico no es un peligro para la lectura. Sí lo son los videojuegos, los programas deleznables de la televisión, la mala enseñanza que desconoce o impone con una obligatoriedad torpe y pesada, el mal ejemplo familiar donde la cultura, en general, es algo desconocido y extravagante. La lectura en pantalla no acabará con el libro impreso, aunque éste se convierta en un objeto arqueológico; por el contrario, estoy seguro que contribuirá a ampliarla. Las nuevas generaciones adquirirán nuevos hábitos, nuevas formas de relación con el texto escrito. Probablemente lo lleven a cabo desde la laicidad y no desde la sacralidad con que nosotros adoramos al libro.

Probablemente la democratización de la lectura y la escritura modificará hábitos, costumbres, tradiciones y valores. ¿No sucedió así en el pasado? Umberto Eco afirma que, con Internet, se retornó a la era alfabética y, por lo tanto, no hemos fenecido aún en la dictadura de las imágenes. De nuevo, escritores y lectores, hemos sobrevivido a ese monstruo multiforme. Millones de personas, a lo largo de todo el mundo, a través de Internet, leen y escriben sin cesar para intercambiar ideas, sentimientos o simplemente informaciones. ¡Gutenberg todavía no está muerto! Se ha metamorfoseado. Nunca hubo tanta necesidad de leer y escribir como hoy. ¿Acaso los ordenadores actúan libremente sin este conocimiento previo? El papel, como antes el papiro o el pergamino, agotó su función. La memoria del mundo, desde el siglo XVI, ha crecido de una manera tan imparable que era necesario encontrar otros soportes para guardar el pasado y enfrentarse a un futuro repleto de contenidos. ¿Cómo se llevará a cabo la elección de los mismos?¿Cómo se mantendrá su excelencia?¿Cuáles serán los nuevos gustos, las nuevas modas? Las modificaciones en torno al libro como soporte no han variado sus mismos fines, ni su expresión. Desde hace más de cinco siglos los cambios políticos, sociales, económicos, tecnológicos y culturales se sustentaron en este objeto. Internet ha producido también una modificación notable en las costumbres de los bibliófilos, coleccionistas de libros antiguos, de primeras ediciones o raras.

Aquella búsqueda aventurera y romántica por las librerías y trasteros de medio mundo que primaban al erudito frente al poderoso económicamente, se ha derrumbado ante la publicación en Internet de sus adquisibles índices. El precio se ha unificado y elevado, además de reducir la labor investigadora y azarosa. Además, el libro antiguo o de viejo es una especie en vías de extinción. Escaso, caro, raro y coleccionado por las grandes instituciones educativas y culturales. Coleccionar libros viene de antiguo. Luciano en El bibliómano ignorante (publicado en nuestro país por Errata Naturae) criticaba a quienes los compraban para decorar su casa, pero no los leían. Séneca nos describe, como Cicerón y otros autores romanos, las calles de la capital del imperio donde se vendían los rollos que contenían las novedades literarias o se copiaban por encargo las obras de cualquier época. Durante ese tiempo nació la idea del autor y editor. ¿Cuántos de aquellos volúmenes quedan? En el museo arqueológico de Nápoles vi unos cuantos carbonizados procedentes de una casa de Pompeya. El fuego ha sido consustancial con la lectura y la escritura. Blanchot decía que con los libros se habían hecho tres cosas: escribirlos, leerlos o quemarlos. ¿Cuántas obras maestras de la literatura, del arte o de la ciencia se han perdido? Seguramente cantidades ingentes. Hoy por fortuna nada se perderá, ni siquiera lo vano y superfluo. Hoy cualquier persona tiene derecho a la eternidad al poder reproducir su vida en una página web. Qué más da si lo que hizo fue bueno o malo, el caso es que su nicho es semejante al panteón de un gran hombre. Eternidad, inmortalidad, fama, prestigio...

Todo será revisado y, seguramente, sufrirá en un futuro inmediato profundas modificaciones. Varias veces le he oído comentar al autor de Apocalípticos e integrados su deseo de dar con los autores y las tragedias de las que Aristóteles habla en su Poética. Se perdieron y sólo llegaron hasta nosotros los nombres y las obras de otros dramaturgos que él no tuvo a bien ni citar: Esquilo, Sófocles y Eurípides. ¿Eran los otros mejores que estos? ¿Aristóteles los postergó por envidia? El caso es que -como tantas otras veces- el azar le quitó la razón al maestro de la filosofía.

"¿Por qué soy prisionero de los libros? ¿A qué sensación de inseguridad le estoy declarando la guerra con esos muros de volúmenes que cubren mis paredes?", escribe el turco Enis Batur. Una biblioteca, pública o privada, se asemeja a un templo, a un lugar sagrado. Allí nos sentimos protegidos por el silencio. El nazismo, el stalinismo y el maoísmo fueron de entre las últimas ideologías quienes más han combatido la libertad de expresión y, por tanto, al libro. Los tres levantaron contra él un muro de mentiras (a través de la radio) e imágenes (a través de la televisión y el cine documental o de ficción). La palabra escrita fue relegada a la censura y al control estatal (no nos olvidemos de nuestro propio país). Aunque se ha dicho hasta la saciedad que fue Goebbels quien afirmó que una mentira reiterada se transforma en una verdad, no sé si consciente o inconscientemente reprodujo lo que ya había escrito, en el siglo XIX, el gran Chateaubriand: "Toda mentira repetida se convierte en verdad". Palabras convertidas en mentira. ¡Qué mayor delito!

Bachelard y Borges escribieron que el Paraíso debe ser una inmensa biblioteca. ¿Con libros, e-book, pendrives o pantallas? De todo eso también habrá en el más allá e incluso nos llevarán décadas de adelantos tecnológicos. Eco afirma que si Dios existe es una biblioteca. Si es así, yo lo he percibido en las ruinas de la de Pérgamo y Alejandría (también en la nueva) o en la de Celso en Efeso. También en la martirizada de Sarajevo o en el Escorial. De la de Pérgamo sólo se conservan basamentos y lienzos de muros. Donde antes crecían los rollos ahora lo hacen las hierbas y las margaritas. Fue la segunda biblioteca más importante de la antigüedad después de la de Alejandría. Tiberio Julio Aquila, para homenajear a su padre, Celso, mandó levantar una biblioteca cuya majestuosa fachada aún se alza en Efeso. Y allí mismo lo mandó enterrar. "Nunca un padre tuvo tan buen hijo", hubiera vuelto a decir Príamo.

Bibliotecas, bibliotecas. He visto cientos de ellas. Antiguas y modernas, públicas y privadas. Libros, libros. He visto miles de ellos, he acunado en mis manos incunables extraordinarios como la Crónica de Nuremberg, primeras ediciones, manuscritos, piezas heremográficas únicas. Una de las cosas más terribles de la vida es no tener tiempo para leerlo todo. A medida que transcurre la existencia uno se da cuenta que lo que le queda por leer, digamos que sólo lo valioso según los gustos de cada uno, equivale a un noventa y muchos por ciento. Un pueblo sin obra escrita apenas podrá sostener su lengua y su cultura. Los egipcios se dieron cuenta muy pronto. En el papiro egipcio, Chester Beatty, se dice que el libro es el medio más seguro para alcanzar la inmortalidad. La literatura pervive más que la piedra, "más valioso es un libro que una estela con su inscripción, / que la cámara funeraria bien puesta. / Esos libros son como tumba y pirámide / en la conservación de sus nombres...".

¡Mostradme vuestras bibliotecas y os diré cómo sois! La de Montaigne (no le perdono a Bretón que lo eliminara de la lista de autores repartida por los surrealistas), la de Leopardi, Goethe, Flaubert, Juan Ramón Jiménez o la de Octavio Paz tristemente chamuscada. Pero no todos los grandes escritores han sido grandes lectores. Visitando algunas de sus casas uno puede llevarse una desagradable sorpresa. No voy a dar aquí mi lista -de vivos y muertos- para no llevar a la decepción. Contaré sólo el caso de uno de ellos. Conocí y traté bastante a Jorge Amado y a Zelia, su esposa. Dos personas encantadoras, fascinadas por el mundo soviético y maoísta. Hace pocos años, estando en Bahía, visité su fundación y su casa. Ambos estaban ya muertos. En los dos lugares me sorprendió la escasez de libros, excepto los propios del novelista en las múltiples ediciones y lenguas, los dedicados por otros autores y algunos pocos más. Ingenuamente le pregunté a la encargada dónde se encontraba la biblioteca. Ella me dijo que no había más libros que los que yo había visto. "Don Jorge apenas leía, su biblioteca estaba allí", concluyó señalándome la calle. Yo no hubiera podido vivir de este modo, ni escribir una sola línea. Como Cavafis, no tengo otro sitio adonde ir. Yo vivo en el laberinto de calles de mi biblioteca. Rollos, papiros, pergaminos, impresos, e-books, ordenadores, pendrives y cuanto la imaginación humana se invente, la lectura no dejará de crecer pues es la más pura esencia de la libertad.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Dios/biblioteca/elpepiopi/20100423elpepiopi_11/Tes

sábado, 10 de abril de 2010

Vivir con muchos libros

Era tan grande el culto al libro de mi generación que tenía la manía de acumular cuantos más mejor.
Nativel Preciado
09/04/10

EN OTROS TIEMPOS hubiera considerado un drama perder las cajas de libros que se destruyeron con la inundación de mi trastero. La verdad es que ya he contado lo mucho que agradecí su eliminación forzosa. Me sobran títulos, como a cualquiera que carece de espacio para ordenarlos como se merecen. Es más, algunos no se lo merecen y, sin embargo, da cargo de conciencia arrojarlos a los contenedores de papel. Antes enviaba los excedentes a centros penitenciarios, bibliotecas, ONG, libreros de segunda mano... hasta que me di cuenta del escaso valor de mis donaciones. En la zona más escondida de mi desparramada biblioteca había mucho papel lleno de letras que ocupaba un espacio improcedente y abusivo. Hay textos inútiles que me estorban no sólo a mí, sino a cualquiera. Algunos ni siquiera sirven como mera pieza ornamental. Era tan grande el culto al libro de mi generación que tenía la manía de acumular cuantos más mejor, de modo que el prestigio aumentaba en función de la longitud de las estanterías. Expresiones tales como “no sé qué hacer con tanto libro” o “me comen los libros” denotaban un apreciado toque intelectual. Todavía me duele, a estas alturas, escribir con desdén de un objeto encuadernado, más allá de su contenido e incluso aunque sea inocuo o, lo que es peor, dañino o contraproducente.

Me atrevo a proclamar que no todos los libros son un tesoro, tras la lectura de Bibliotecas llenas de fantasmas, de Jacques Bonnet (Anagrama, 2010), un maravilloso tratado sobre el arte de vivir con muchos libros, que recoge un interesante anecdotario y describe las aventuras de ilustres bibliómanoscomo el propio autor, que ha llegado a tener un baño tapizado con estanterías, lo cual le obligaba a ducharse con la ventana abierta para impedir que la condensación del vapor dañase las hojas. Cuenta que sólo dejó libre de estantes la cabecera de su cama para evitar que le aplastasen mientras dormía, porque así murió el compositor Charles-Valentin Alkan, aplastado por el peso de su biblioteca.

Como buen bibliómano, asegura que los libros proporcionan todo el placer, pero también dan algunos disgustos:“Son caros cuando se compran, no valen nada cuando se revenden, alcanzan precios astronómicos cuando hay que encontrarlos una vez que se han agotado, son pesados, se empolvan, son víctimas de la humedad y de los ratones, son, a partir de cierto número, prácticamente imposibles de trasladar, necesitan ser ordenados de una manera específica para poder ser utilizados y, sobre todo, devoran el espacio”. Y aunque no se refiere a los libros basura, sí menciona la coleccionitis, ese afán de acumulación que nos lleva a añadir un libro junto a otro hasta alicatar todas las paredes de casa. Sabrán que hay dos categorías de bibliómanos: los acumuladores, que renuncian a leer los volúmenes y los contemplan como trofeos de caza, y los lectores empedernidos que los leen todos, y además los acumulan porque sueñan con releerlos algún día. Cualquier adorador de libros compartirá con Bonnet tanto sus emociones como sus numerosas incertidumbres y se verá reflejado en cada línea de esta pequeña joya literaria.

http://www.tiempodehoy.com/default.asp?idpublicacio_PK=50&idnoticia_PK=60855&idseccio_PK=630