domingo, 6 de junio de 2010

Chris Haney, padre del 'Trivial Pursuit' El juego de mesa ha llegado a vender 100 millones de copias

Chris Haney, padre del 'Trivial Pursuit'
El juego de mesa ha llegado a vender 100 millones de copias

SANDRO POZZI 06/06/2010

Es uno de los juegos de mesa preferidos entre los adultos de la generación del baby boom. Y surgió del ingenio de un periodista, mientras tomaba cervezas en un bar con un colega, una noche de invierno de 1979. Chris Haney, creador junto a Scott Abbott del Trivial Pursuit, murió el pasado 31 de mayo en Toronto (Canadá) tras dos años de enfermedad.

Es uno de los juegos de mesa preferidos entre los adultos de la generación del baby boom. Y surgió del ingenio de un periodista, mientras tomaba cervezas en un bar con un colega, una noche de invierno de 1979. Chris Haney, creador junto a Scott Abbott del Trivial Pursuit, murió el pasado 31 de mayo en Toronto (Canadá) tras dos años de enfermedad. Tenía 59 años.

Cuando se les ocurrió tan brillante idea, Horn, como le conocían los amigos, era editor gráfico del Montreal Gazzette. Abbott era periodista deportivo. En 1980 dejó el trabajo y viajó en barco a España con su mujer y su hijo, cargado de libros. Ese invierno, el hombre al que no le gustaba volar se instaló en la Costa del Sol, donde escribió las primeras 6.000 preguntas.

Chris Haney nació en Welland (Ontario). No llegó a terminar sus estudios. Conoció a Scott Abbott en 1975. Les presentó el fotógrafo Doug Ball, la primera persona a la que después acudirían para que apoyara económicamente el proyecto que parieron en una servilleta de papel, en una reunión de 45 minutos. Ball no creyó en la idea. Tampoco la madre de Haney, que temía perder el dinero.

El negocio como tal se creó en 1981, a su regreso a Canadá, bajo el nombre de Horn Abbott. El juego original se llamaba 6.000 preguntas. Contaban con el apoyo de una treintena de pequeños inversores. El objetivo era emular el éxito del Scrabble. El inicio fue lento, y no estuvo exento de tensión, que, como contaba el propio Haney, combatía a base de lingotazos de brandy y pitillos.

En 1982 lo presentaron en la Feria del Juguete de Nueva York. Las primeras copias las vendían a 15 dólares. Pero costaba hacerlas 75 dólares. Para abrirse camino, mandaron gratis el juego a las celebridades citadas en las preguntas, como Gregory Peck. La estrategia de marketing dio resultado. Y justo cuando estaban quedándose sin dinero, en 1984 se desató la locura.

Solo ese año se vendieron 20 millones de copias del juego en EE UU y Canadá. Un éxito nunca visto, que les llevó a ocupar la portada de la revista Time. Ahí se dieron cuenta de lo que habían conseguido. La juguetera Hasbro, que compró la marca hace dos años por 80 millones de dólares (unos 67 millones de euros), dice que se han vendido ya 100 millones de unidades del Trivial en todo el mundo.

Haney y Abbott volverían a hacer piña en otro proyecto. Amante del golf, decidió dedicar parte de su fortuna a construir dos campos. Pasaba los inviernos en España; viajaba cruzando el Atlántico en el supercrucero Queen Mary.
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